México ¿Cómo vamos?
Columnas Animal Político
Sobre cómo navegar los datos del mercado laboral

Por: Ana Bertha Gutiérrez (@AnaBerthaGtz) y Karla Ruiz Argáiz (@KarlaRuAr)

 
11 de Agosto del 2020

Publicado en Animal Político.

A más de 5 meses de la llegada de la pandemia de COVID-19 a México persiste un ambiente de ansiedad e incertidumbre, causado no solo por el confinamiento –más o menos laxo dependiendo de las condiciones socioeconómicas del hogar-, sino por dudas sobre el futuro del país. El México actual demanda información que lo oriente hacia las mejores decisiones posibles dadas las condiciones económicas, sociales, y del sistema de salud. El internauta, televidente, o radioescucha, el ciudadano de a pie, se ve obligado a navegar en un mar de datos en el que no basta comprobar la fuente, sino el trasfondo, la intención y el contexto que los acompañan.

La situación laboral es tema principal de preocupación. El efecto de la pandemia se ha manifestado de manera particularmente aguda en las oportunidades de trabajo y en los ingresos de las familias mexicanas. En cierto punto se habló de la pérdida de 1 millón de empleos, cifra consistente con lo presentado por el IMSS y mencionada frecuentemente por el presidente López Obrador. Pocas semanas después, circulaban notas sobre un total de 7.4 millones de empleos eliminados. ¿Cuál es la cifra correcta? ¿Qué implica ésta para los empleadores y los trabajadores mexicanos?

El problema es el siguiente: ambas cifras son, a su manera, acertadas. Sin embargo, nos hablan de aspectos distintos del mercado laboral mexicano. Para entenderlas, es importante recordar un elemento clave del trabajo en nuestro país: la informalidad. El millón de empleos perdidos –1 millón 113 mil 677 plazas formales eliminadas del registro del IMSS entre el cierre de febrero y el de junio, para ser exactos– contempla únicamente una pieza del rompecabezas que es el mercado laboral, la pieza del empleo formal. Pero al cierre de junio 2020, más de la mitad de las personas que trabajan (53%) lo hacen en un empleo informal, sin un vínculo reconocido ante la ley.

La Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) –levantada en abril, mayo y junio por el INEGI como método alternativo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) presencial– sí muestra el panorama completo de la crisis sobre la población ocupada del país. De marzo a junio la cantidad de empleos en México ha caído en 7.4 millones, incluyendo pérdidas en el sector formal e informal. Al interior de la población ocupada, el número de personas con un empleo informal disminuyó en 5.4 millones del cierre de marzo al cierre de junio 2020. Por su parte, el número de empleos formales cayó en 2 millones de personas en el mismo periodo.

¿Entonces? ¿Se ha perdido el millón de empleos formales reportados por el IMSS o los 2 millones del INEGI durante la crisis sanitaria?

La clave está en la gama más amplia de empleos formales que contabiliza el INEGI. El IMSS solo informa sobre aquellos empleos que están asegurados ante su Seguro Social; el INEGI considera también a los trabajadores del estado (asegurados ante el ISSTE), los empleados de las fuerzas armadas (asegurados ante el ISSFAM) o los ocupados en Pemex, además de otros profesionistas independientes que tienen prestaciones requeridas por la ley, acceso a pensiones y a seguro médico independiente del IMSS.

Así, bajo un “paraguas” más amplio, el dato duro se vuelve el siguiente: en abril, mayo y junio, la pérdida de empleos formales total fue de 2 millones, compuesta en buena parte por una disminución en el registro del IMSS, que ha eliminado 983 mil 84 plazas en esos tres meses. Aunado a ello, el registro del IMSS perdió 130 mil 593 plazas en marzo, cuando la Jornada Nacional de Sana Distancia apenas empezaba a implementarse en el país.

Como es el caso de tantos indicadores económicos, la magnitud del impacto ha sido desigual: el sector que más ha sufrido ha sido el informal, donde la población ocupada está en mayor vulnerabilidad debido a su falta de acceso a prestaciones y derechos laborales. En marzo de 2020, había 31 millones de empleos informales en el país, cifra que ha caído a 25.6 millones, una disminución porcentual de (-)17.5%. En contraste, el número de empleos formales – que ascendía a 24.7 millones en marzo – es de 22.7 millones al cierre de junio, un cambio de (-)8.1% respecto al tercer mes del año.

Además de presentar datos valiosos sobre el empleo, los números de la ETOE nos cuentan una historia sobre lo que los mexicanos han vivido en términos laborales durante la pandemia. El cambio en la Población Económicamente Activa (PEA) -quienes tienen un trabajo o están buscando uno de manera activa- llama la atención: de marzo a junio disminuyó en 6.3 millones de personas. Esto se debe, en parte, a que una buena proporción de las personas que perdieron su trabajo como consecuencia del paro económico decidieron no empezar a buscar uno nuevo inmediatamente, posiblemente afectados por noticias pesimistas sobre el estado del mercado laboral a raíz de la pandemia, o por motivos de seguridad y cumplimiento de las medidas de contingencia.

Así, aunque 7.4 millones de trabajadores han salido de la población ocupada entre marzo y junio, el número de desocupados (personas que no tienen trabajo pero lo están buscando) ha incrementado en solo 1.1 millones; el resto, se puede suponer, ha pasado a la Población No Económicamente Activa (PNEA) Disponible, compuesta de individuos que, aunque no están participando en el mercado laboral mediante la búsqueda de un empleo nuevo, tienen disponibilidad para trabajar. En junio, la PNEA Disponible fue de 13.2 millones de personas, un incremento de 7.3 millones respecto a lo que había en marzo 2020. De estas 13.2 millones de personas, 4.4 millones salieron de su empleo o cerraron su negocio entre abril y junio.

Aunque las cifras de la ETOE a lo largo de los últimos meses dejan claro que la pérdida de empleo formal e informal ha sido grave, los resultados de junio muestran indicios de una recuperación: en el mes, 4.7 millones de personas se reincorporaron a la población ocupada. Sin embargo, acecha el viejo dilema de los trabajos en México: la mayor parte de los empleos recuperados en los últimos meses son informales. Aunque los trabajadores recibirán de nuevo un ingreso laboral, no tendrán derecho a las prestaciones de la ley. No es un tema menor cuando, en medio de una pandemia, se pierde el acceso a servicios gratuitos de salud y se deja de acumular semanas cotizadas para una mejor pensión.

Es fundamental mirar las cifras de empleo bajo la lupa específica de quién las publica, qué aspectos considera, y qué implicaciones reales tienen sobre la vida de los trabajadores mexicanos. El desempleo y la informalidad son un lastre hacia la recuperación económica del país, y un obstáculo para la mejora en la calidad de vida de la población. El impulso a la generación de empleos formales y la recuperación de los ingresos laborales debe priorizarse si lo que se pretende es salir de la crisis con fundamentos sólidos que permitan un crecimiento sostenido. Por lo pronto, toca seguir navegando entre números.

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