México ¿Cómo vamos?
Columnas Animal Político
Vengo a hacer preguntas difíciles

Por: Sofía Ramírez (@Sofia_RamirezA)

 
29 de Septiembre del 2020

Publicado en Animal Político.

Una de las banderas de campaña con las que ganó AMLO más de la mitad de los votos era “por el bien de todos, primero los pobres”. Me parece que es una postura impecable: atender con urgencia las necesidades de los más pobres, porque la democracia es justo la protección de los derechos de los grupos olvidados, vulnerables y de los subrepresentados. Derecho a un empleo digno, a la educación y a los servicios de salud de calidad, a la igualdad de oportunidades y frente a la ley.

Los menos entusiastas del discurso y de las formas del presidente López Obrador usaron la evidencia y los datos para argumentar que, antes de AMLO, la pobreza iba disminuyendo y que el nivel de vida de la población se elevaba, y que la inversión y la productividad del país habían aumentado. Sin embargo, esta evidencia no contemplaba (ni escuchaba) las demandas de la gente excluida del progreso, de los 53 millones de pobres que había antes de la pandemia, de los deudos de la violencia sistémica, de quienes buscando justicia encontraron impunidad.

Permeó entonces la polarización, producto de las promesas de desarrollo incumplidas, de la lacerante desigualdad social y económica, de la complicidad de sectores y partidos en esquemas de saqueo, violencia y corrupción. Una polarización que resultó de ignorar por décadas a los jóvenes, al deterioro del mercado laboral, a la ausencia de servicios públicos dignos, y a los millones de familias que sobreviven con ingresos insuficientes.

¿Es entonces momento de dejar de documentar la realidad? ¡No! Muy por el contrario, es momento de saber no sólo dónde estábamos, sino hacia donde vamos en los rubros de lo que ya sabemos medir -la inversión, el crecimiento y la lenta recuperación económica, el incremento en el número de pobres, el consumo-, pero también hay que revisar las metas que como país creíamos perseguir en términos de bienestar, desarrollo y progreso social.

Debemos escuchar a las y los mexicanos excluidos que votaron en contra de un sistema que, por generaciones, no les permitió acceder a mayores oportunidades, a salir de la trampa de la pobreza o escoger su destino. Es momento de pensar como ciudadanos del siglo XXI y hacernos las preguntas incómodas, difíciles sobre el cambio climático, el racismo, el clasismo, el mercado laboral formal para una mayoría, las pensiones, la seguridad social, el salario mínimo, el reconocimiento de la participación de las mujeres en la vida política y económica, la desigualdad.

Estas preguntas difíciles son legítimas: ¿cómo le vas a hacer, gobierno, para que Pemex sea nuevamente el motor de la economía si en el mundo las energías fósiles van de salida?, ¿cuál es el plan para salir de la pobreza, porque las transferencias de los programas sociales actuales son insuficientes?, ¿cómo vas a suministrar quimioterapias y medicinas si en tu esfuerzo por acabar la corrupción dilapidaste el diálogo con las farmacéuticas y los intermediarios?

Hacer las preguntas difíciles es responsabilidad de la prensa y de organizaciones ciudadanas como México ¿Cómo Vamos?, pues podemos poner sobre la mesa los temas que es necesario discutir para que cada quien haga sus propias preguntas: ¿tiene México dinero suficiente para comprar una vacuna contra el Sars-Cov-2?, ¿van a aumentar el monto de los apoyos para adultos mayores?, ¿habrá préstamos para que mi negocio no quiebre?

Con esa consigna llego a México ¿Cómo Vamos?: ofrecer la información necesaria para que cada ciudadana pueda hacer las preguntas difíciles que le interesen. Mi compromiso es con la interpretación objetiva de la información económica y social disponible, y hacerla relevante para el ama de casa, para la madre soltera, para el padre de un desaparecido, para la trabajadora del hogar, para la contadora independiente, para el abogado litigante, para quien perdió su empleo durante la pandemia y quiera salir a votar el próximo año con las preguntas difíciles en la boca: ¿cómo nos van a garantizar el agua?, ¿va a haber militares en las calles?, ¿va a subir el costo de la luz?, ¿cuándo voy a tener trabajo?

Reconozco la labor de quienes me antecedieron en la organización porque ellas diseñaron, revisaron y publicaron los indicadores de desarrollo regional y nacional que hoy son el sello de la casa: #EnCifras, los semáforos económicos estatales, el índice de progreso social. Me recibe un equipo joven y talentoso. Juntas vamos a documentar la brecha entre la promesa, la expectativa y la realidad en los rubros que más le afectan a la gente. Vamos a escuchar a las personas que tradicionalmente quedan excluidas del debate, en colaboración con la academia, con otras organizaciones ciudadanas, con pequeños negocios y grandes capitales, con grupos vulnerables y ciudadanas inconformes, y a documentar cómo les afectan las decisiones económicas.

En plena crisis económica y sanitaria, saber cómo vamos y hacia dónde tenemos que llegar es hoy más importante que nunca. Asumo la responsabilidad de contribuir con el debate de la forma más objetiva posible, con ánimo de que las personas formen sus propios criterios y los discutan en la arena pública. Tal como se lo recomendó Jay Rosen a sus colegas alemanes hace unos años.

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