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La productividad del trabajo y la pandemia

 

Por : José Germán Rojas Arredondo

 
12 de Enero del 2021

Publicado en Animal Político.

En estos tiempos de pandemia, distanciamiento social y recesión económica han aparecido diversos comentarios sobre algunos indicadores económicos que nos permiten cuantificar la gravedad de la situación. Como economistas debemos atender el interés por el uso y significados de algunos de ellos, los cuales van desde la inflación, la tasa de crecimiento del PIB, la deuda, etcétera. Sin embargo, no es de extrañar que a veces se discutan los hechos (“empirical facts”), cuando lo que debemos hacer en ciencias sociales es interpretar dichos indicadores a la luz de los modelos que usamos en la ciencia económica.

Uno de ellos es la relación PIB sobre horas trabajadas: PIB/L. Esta relación mide el producto medio por hora trabajada. El último dato1 que tenemos sobre está relación es que aumentó 58.3% durante el segundo trimestre del 2020. En las actuales circunstancias que vivimos, el aumento de dicha relación solo se puede deber a que las horas trabajadas cayeron más que el PIB. Es decir, producimos más riqueza con menos horas trabajadas.

Aunque se acostumbra a llamar a esta relación o indicador “productividad del trabajo”, no es del todo exacto. La productividad del trabajo estrictamente depende de un concepto abstracto usado en economía llamado función de producción, el cual describe la forma en que se combinan los factores de la producción para producir un bien. Por ejemplo, la función de producción mas usada en teoría del crecimiento económico es la función de producción Cobb-Douglas y de acuerdo con esta la productividad del trabajo es igual a PIB/L multiplicada por la participación del factor trabajo en el PIB.

¿Qué implicaciones tiene el hecho de que esta relación PIB/L esté aumentando? ¿Cómo explicamos este fenómeno? Como mencionaba al inicio, para esto los economistas usamos modelos, ya que nos permiten analizar de manera estructura y coherente lo que sucede en la sociedad.

Voy a tomar el modelo más sencillo y poderoso que usamos para entender el proceso de crecimiento económico: el concepto de residuo de Solow, el cual es la antesala del modelo de crecimiento del mismo nombre2. El modelo supone una tecnología del tipo Cobb-Douglas y que los mercados son competitivos. Ambos supuestos son bastante discutibles, aunque es común que en la teoría del crecimiento económico sean el punto de partida para construir modelos más complejos.

El deus ex machina del modelo de Solow es la productividad total de los factores3. La tasa de crecimiento de dicho parámetro es la que explica el crecimiento sostenido del PIB a largo plazo. Si la productividad crece, el PIB crece. También los factores de la producción contribuyen al crecimiento, pero con limitaciones: por un lado, se manifiesta la ley de los rendimientos decrecientes y por otro están ponderados por su participación en el PIB.

Para averiguar el comportamiento de la TFP usamos el concepto llamado “residuo de Solow”. Este se calcula como la diferencia entre la tasa de crecimiento del PIB y la tasa de crecimiento del factor trabajo, así como la tasa de crecimiento del factor capital (ambas ponderadas por su participación en el PIB):

 

En donde  es la participación del factor capital en el PIB y en consecuencia 1- es la participación del factor trabajo en el PIB.  es la tasa de crecimiento de la productividad total de los factores;  es la tasa de crecimiento del PIB;  es la tasa de crecimiento del capital;  es la tasa de crecimiento del empleo.

Respecto al parámetro supondremos que es igual a 0.4 4 De acuerdo con el INEGI la tasa de crecimiento del PIB en lo que va del año es de -9.6%; la tasa de crecimiento del capital es de -15.75% y la tasa de crecimiento de las horas trabajadas es de -10.6% 5. Utilizando esta información, la tasa de crecimiento de la productividad es de 3.06%. Es decir, en lo que va del año 2020 ¡la productividad total de los factores ha crecido!

Ahora es más comprensible lo que nos sugiere el indicador PIB/L. El hecho de que la tasa de crecimiento de la productividad haya sido positiva en el periodo de pandemia nos indica que, aunque la tasa de crecimiento del PIB ha disminuido, la tasa de crecimiento del capital y del trabajo han caído más, de tal forma que la única forma de evitar que el ingreso caiga es siendo más productivos.

Intuitivamente, lo que está sucediendo es que, aunque se trabajan menos horas (de manera agregada) el ingreso laboral ha caído menos que proporcionalmente. Lo mismo aplica para las máquinas, o el ingreso del factor capital: con menos computadoras estamos produciendo más. El aumento en la productividad se aplica a todos los factores, no solo al factor trabajo.

Este resultado también nos permite entender lo que está sucediendo parcialmente con el “home office”: las empresas han dejado de invertir y han despedido, pero los que se han quedado trabajando han aumentado su productividad. Digo parcialmente porque no sabemos cuánto de la actividad económica en la actualidad se ha manifestado en esta nueva forma de trabajar6.

Sin duda que estos cálculos son muy sencillos y ameritan discusión y mejoras. Por ejemplo, la medición del concepto de capital. Otro es la medición del empleo, ya que no estoy tomando en cuenta el desempleo en el sector servicios7, lo cual sin duda haría más grande el efecto sobre la productividad. La discusión sobre el valor del parámetro, la cual va desde una actualización hasta una nueva metodología. Incluso los supuestos de mercados competitivos o el uso de la función de producción8.

En cualquier caso, efectivamente, esta pandemia ha ocasionado que los factores se hayan vuelto más productivos. Para evitar la caída en el ingreso provocada por el menor empleo y la reducción en la inversión, nosotros como empleados y nuestras máquinas se han vuelto más productivos. Ahora falta saber el efecto de largo plazo que tendrá la pandemia, ya que este aumento en la productividad se disipará y vendrán las consecuencias económicas más desagradables.

Home office o teletrabajo.

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