México ¿Cómo vamos?
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El milagro que no fue milagro

Por: Mariana Galindo (@margaloro) y Valeria Mendiola (@ValeMendiola)

 
22 de Marzo del 2016

En el blog de México, ¿Cómo Vamos? en Animal Político

El milagro que no fue milagro

Por: Mariana Galindo (@margaloro) y Valeria Mendiola (@ValeMendiola)

“Debemos impulsar, sin ataduras ni temores, todos los motores de crecimiento”: se trata de una frase que ocupa una página completa y en letra grande el documento del Plan Nacional de Desarrollo de la actual administración. Queda claro que el país debe crecer, queda claro que se deben impulsar todos los motores para lograrlo, queda claro que existe una causa común. Lo que al parecer no ha quedado claro, no solo durante la presente administración, sino de manera histórica, es cuáles son esos motores, y si estos funcionarían de la misma forma al ser implementados en cualquier parte del territorio nacional.

Se habla mucho sobre el crecimiento dispar en México. Por un lado existen tasas de crecimiento sostenido “milagrosas” en ciertos puntos del país, mientras que por otro existen entidades que no solo se encuentran estancadas, sino que además decrecen trimestre tras trimestre. El caso de la región centronorte, la cual comprende a los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas, y que, por lo tanto, incluye a estados del Bajío, puede ser considerado por algunos como uno de esos casos milagro. La pregunta continúa siendo la misma: ¿se trató de un caso de buena suerte o de un caso planeado?

La región centronorte ha sido la región con mayor crecimiento entre 2010 y 2015, con una tasa promedio anual de 5.3%, superior incluso a la de la región noreste, que creció a una tasa promedio anual de 4.7%, durante el mismo periodo. La región noreste incluye a Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, estados cuyo desempeño económico no ha sido nada despreciable si se compara con el nivel nacional, el cual fue de 3.3% promedio anual.

En contraste, el sureste ha sido la región de menor crecimiento, alcanzando una tasa promedio anual de 0.8%, en gran parte por la caída en el sector petrolero que ha afectado de manera extraordinaria a Campeche y Tabasco. Aunque, si se observan las tasas de crecimiento sin tomar en cuenta a la industria petrolera, éstas continúan siendo decepcionantes e incluso negativas para el caso de Campeche en el último par de años. Las razones detrás de esta disparidad pueden ser tanto políticas como económicas.

 

El caso excepcional de la región centronorte ha venido acompañado de constantes incrementos en la productividad laboral de los estados que lo componen. El tema de la productividad, producir más con los mismos recursos, se ha mantenido en la agenda pública como uno de los principales vínculos con el crecimiento, pero acciones como la creación de un Comité Nacional de Productividad no son suficientes para abordar el tema.

El aumento en la productividad depende de diversos factores. Uno de ellos es la informalidad, ya que los datos muestran una relación negativa entre estas dos variables. De manera específica para la zona centronorte, Aguascalientes, Querétaro y Guanajuato se encuentran entre los cinco estados en donde más ha aumentado la productividad entre 2010 y 2015, a una tasa promedio anual de 10.6%, 10.4% y 9.7% respectivamente. Estos mismos estados han tenido importantes disminuciones en sus tasas de informalidad durante el mismo período.

A pesar de no existir una receta para el incremento en productividad, sí existe claridad en uno de los factores que lo afectan: la informalidad. El reto, entonces, pasa de ser uno abstracto sobre cómo incrementar la productividad, a uno concreto, aunque no más sencillo, sobre cómo disminuir la informalidad. No es la única política que debe llevarse a cabo, por supuesto, pero sí es un paso importante y necesario.

Aguascalientes, Querétaro y Guanajuato, además, se encuentran entre los cinco estados cuya tasa de crecimiento de producción manufacturera aumentó más entre 2010 y 2015, con tasas de crecimiento promedio anual de 13.3%, 9.4% y 8.5% respectivamente. No es casualidad, por lo tanto, que en Querétaro 1.06% de sus trabajadores totales sean ingenieros, siendo el estado que ocupa la más alta posición a nivel nacional en este rubro, mientras que visto desde el otro extremo, en Guerrero esta cifra alcanza únicamente 0.07% de los trabajadores totales.

De ninguna manera resultaría óptimo que el país entero se especializara en la misma industria, pero la clave se encuentra en que cada estado de la República conozca su ventaja comparativa frente al resto del territorio y se analicen a fondo los incentivos económicos que lograron hacer que una zona creciera tanto en un sector específico.

En economía no existen atajos ni recetas para cumplir los objetivos de crecimiento deseados. Desde un punto de vista general, el caso excepcional de crecimiento económico de los estados en la zona centronorte del país no se ha dado por sí solo, sino que ha sido consecuencia de la constante disminución en la informalidad, mejora en productividad e inversión en capital físico y humano de los estados que la componen. Cualesquiera que sean los “motores de crecimiento” tan mencionados en el discurso político, y tomando en cuenta que no todas las políticas pueden ser replicadas en todo el territorio y tener los mismos efectos, sí existen objetivos intermedios claros que se deben alcanzar para aspirar al crecimiento económico en todo el país. De eso se trata el crecimiento a tasas altas y sostenidas: avanzar paso a paso, arreglando las pequeñas piezas para que todo en su conjunto funcione.

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