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El peligro de aturdir la percepción

Por: Jorge Suárez Vélez (@jorgesuarezv)

 
23 de Agosto del 2016

En el blog de México, ¿Cómo Vamos? en Animal Político.

El peligro de aturdir la percepción

Por: Jorge Suárez Vélez (@jorgesuarezv)

 

Aldous Huxley decía que hay cosas conocidas y cosas desconocidas y la puerta entre éstas es la percepción. La percepción es importante. Sin embargo, a veces puede ser peligroso el obsesionarse en cambiar la percepción, sin intentar alterar la realidad. En eso está cayendo el gobierno de México.

La administración de Enrique Peña Nieto insiste en reclamar el énfasis en las malas noticias, en el “mal humor”, como si percepción y realidad estuvieran divorciados, como si la primera no le hiciera justicia a la segunda. Lo peligroso es concentrarse en alterar la percepción, como si con eso bastara.

Este gobierno ha sido inusualmente agresivo en su trato con los medios. Con el generoso y vano presupuesto publicitario que invierten las secretarías, tienen la misma herramienta de castigo que otrora tuvieran al controlar la distribución de papel periódico por medio de PIPSA. El presidente puede disculparse públicamente por los errores cometidos alrededor de la Casa Blanca, pero su mea culpa no incluye permitirle a Carmen Aristegui el regreso a los medios, precisamente por haber denunciado ese caso. Está y seguirá vetada por el resto del sexenio.

Viviendo en Nueva York, resulta más probable que en México ver a altos funcionarios públicos de nuestro país. Vienen seguido. A veces tienen motivos reales para estar aquí, con frecuencia disfrazan sus vacaciones de viaje de trabajo, para que las pague el erario. Pero la práctica común es que vengan con un séquito de fotógrafos y jefes de prensa. Si uno los sigue en redes sociales, podría pensar que la ciudad entera celebró su arribo. En muchas ocasiones, a eso se limita el contenido de la junta, a la foto que se van a sacar con gente que parece importante. Llegan a excesos surreales y, para sus interlocutores, ofensivos. Vienen sin estrategia, sin propósitos claros. Frecuentemente, no les interesa la conversación, sólo la foto. A veces, dicen cosas increíbles. Los he oído decir que en México no hay problema de impunidad o que la única corrupción es la imputable al narcotráfico, propiciado por Estados Unidos. Lo malo es que ese mismo funcionario desperdició una oportunidad de oro para mostrar un gobierno empático y consternado, o para vender pequeños avances reales. Se quedó en una fantasía irrisible. Como comentara en privado alguien que lo oyó, “lo único que logró fue confirmar que el mayor problema de México es precisamente ese tipo de funcionario, en un gobierno que no entiende que no entiende”, parafraseando a la revista The Economist.

Sería muy complicado combatir de fondo el problema de pobreza, mejor cambiemos los parámetros que la definen, y alteremos los precios en el momento de la foto de aquellos bienes que constituyen la canasta básica. Sólo faltaría avisarle a los pobres que han dejado de serlo, a ver si la táctica es al menos un placebo para el hambre. La violencia está en ascenso, pero no tanto si convencemos a los medios de que dosifiquen sus reportes y cambiamos cómo posicionan sus notas en los diarios o en los noticieros. Afectemos la percepción, aunque la realidad se deteriore.

Lo malo de recurrir a ese tipo de estrategia es que los funcionarios públicos tienen que elegir utilizar su tiempo en actividades que tengan a la percepción como objetivo, dejando de hacer el trabajo que sí importa; implica que tienen que convencerse de las cosas que dicen, aunque sean embustes, aunque la realidad se les venga encima. Implica también que a quien escucha la mañosa narrativa le aumentará el “mal humor”, se sentirá engañado, e incluso tendrá desprecio por medios de información que se vuelven cómplices.

En un mundo en el que los medios de comunicación tradicional padecen por la caída de ingresos implícita en el surgimiento de medios alternativos, y donde los periódicos tienen menos recursos para periodismo que haga investigación seria, el contribuir al desprestigio de éstos fuerza a que la crítica sea relegada a medios marginales, menos serios, más consternados por el titular escandaloso que por el dato duro. Los medios tradicionales tienen, o tenían, más tradición de corroborar los hechos antes de publicarlos. Los medios digitales no tienen ni el interés, ni los recursos para hacerlo. Son mucho más peligrosos y volátiles, un “cañón suelto”, como se diría en inglés.

La administración peñista juega con fuego. A la larga, su legado estará medido en logros reales y datos fidedignos. Se puede manipular la percepción por un rato largo, pregúntenle a Nicolás Maduro si no. Pero, eventualmente, la realidad se puede acabar viniendo encima como un tsunami, nuevamente, pregúntenle a Maduro.

 

* Jorge Suárez Vélez es Economista por el ITAM. Actualmente es asesor en temas financieros en Nueva York. Es socio fundador de SP Family Office. Es autor de La próxima gran caída de la economía mundial y de Ahora o nunca, la gran oportunidad de México para crecer.

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