México ¿Cómo vamos?
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La polarización fomenta simplismo

Por: Jorge Suárez Vélez (@jorgesuarezv)

 
16 de Enero del 2018

Lograremos cambiar la trayectoria del país si nos atrevemos a abrazar una serie de medidas, algunas de ellas dolorosas, que gradualmente, muy gradualmente, nos permitirán ir resolviendo problemas de fondo y aprovechar oportunidades que se nos presentan.

En México hemos desarrollado una destructiva tendencia a polarizar el debate: todo o nada, conmigo o contra mí. Quizá nada alimente más al peligroso populismo que amenaza a toda democracia que el análisis simplista y la negativa a admitir la complejidad de los problemas que enfrentamos dentro de un entorno que es en sí mismo confuso. No, la trayectoria de nuestro país no va bien. Y eso, por mucho, no quiere decir que todo vaya mal.  Sí, hay un montón de políticos a los que les hago una pregunta básica: ¿cómo logran conciliar el sueño sabiendo que le han robado carretadas de recursos a gente que los necesita, a poblaciones vulnerables, a proyectos que eran indispensables? Pero también hay servidores públicos honestos e incluso idealistas que quieren que las cosas cambien y que están dispuestos a sacrificarse por el bien de México. No todos son corruptos, como una y otra vez escuchamos.

La medida mágica que lo resuelve todo no existe. Lograremos cambiar la trayectoria del país si nos atrevemos a abrazar una serie de medidas, algunas de ellas dolorosas, que gradualmente, muy gradualmente, nos permitirán ir resolviendo problemas de fondo y aprovechar oportunidades que se nos presentan. Escuchamos a los candidatos presidenciales hablar de cómo resolverán corrupción y pobreza como si estos fuesen problemas aislados que nadie más ha tratado de enfrentar, como si no estuvieran arraigados en décadas de debilidad institucional, de aplicación selectiva de la ley, de exceso de dinero cuestionable financiando campañas, y de prácticas clientelares que han buscado fomentar dependencia. Por décadas hemos condonado a cientos, miles de pequeños grupos que en una u otra forma han vivido de actividades ilegales en el mejor de los casos, criminales en el peor, y hoy nos sorprende vernos rebasados por la inseguridad en nuestro país.

Pero, a la vez, corremos el riesgo de pensar que si criticamos las enormes deficiencias que ha mostrado el gobierno actual, entonces necesariamente reprobamos la totalidad de lo que se ha hecho y le ponemos la presidencia en bandeja de plata al populista. El jueves escuché al Secretario de Hacienda, al Gobernador de Banco de México, y en forma probablemente más reprobable al Secretario General de la OCDE (cuya voz podría haber hecho una crítica sensata y productiva, en vez de adular sin recato) decirnos que el desempeño económico de esta administración es estelar, la situación estable y el futuro prometedor.

México creció quizá 2.1% en 2017, la economía global creció 3.7% y las economías emergentes 4.8%; y esto a pesar de que en este sexenio hemos aumentado la deuda pública en 10 puntos del PIB (sin sumar endeudamiento en Pemex, que creció en 4 puntos del PIB y en Banco de México). ¿Qué hay de estelar en condenar a generaciones futuras a pagar por la corrupción y gasto clientelar de hoy?

Aumentar la deuda pública y dolarizarla justo cuando termina el ciclo de relajamiento monetario (y quizá veamos un dólar al alza conforme la Reserva Federal empieza a subir tasas de interés) es en extremo irresponsable. Pemex sigue drenando recursos a manos llenas. A principios de este sexenio, se extraían más de 2.5 millones de barriles diario, la recuperación de reservas era de 100% y Pemex debía 50 mil millones de dólares. Hoy recupera 30%, produce menos de 2 millones y debe el doble.

Será cada vez menor el margen de maniobra de los gobiernos en general conforme crecen obligaciones presupuestales previamente contraídas y conforme envejecen las poblaciones. En países que muestran rezagos educativos, tecnológicos y en infraestructura, como México, la eficiencia en el gasto se vuelve urgente e indispensable. Sin embargo, el producto de nuestro irresponsable endeudamiento se ha utilizado para financiar gasto corriente, los niveles de inversión pública son los menores en casi 80 años.

Nuestra falta de capacidad crítica le impone un velo de duda a los logros que sí se han tenido. Las reformas estructurales en México sí son destacables. La Reforma Energética le abre la puerta a capital internacional en forma quizá tardía, pero ofreciendo recursos para el desarrollo no sólo de actividad exploratoria sino también comercial que acabará teniendo un impacto positivo para los consumidores. No, Sr. López Obrador, México ni tiene los recursos ni la capacidad técnica para hacerlo solo, y tenemos infinidad de mejores usos para los escasos recursos públicos que tenemos. La Reforma en Telecomunicaciones permitirá una modernización indispensable y ya le da beneficios a consumidores que han visto caer el costo de servicios que les son indispensables.

Cuando se afirma que las cosas se han hecho bien, llevamos a que se dude sobre el paradigma que se ha escogido. No, el fracaso económico no es culpa del “modelo neoliberal”, es culpa de la paupérrima implementación de éste, del enorme sesgo en la asignación de recursos que ha sido causado por corrupción desmedida, y sobre todo porque seguimos siendo un país que no logra ser incluyente. El progreso ha ocurrido tan sólo en una pequeña parte del país que ha sido la locomotora para el magro crecimiento obtenido a nivel nacional, pero dejando fuera a dos tercios de la población que vive en la informalidad, a regiones enteras del país víctimas de estructuras caciquiles y organizaciones criminales (cada vez más son las mismas), y a población marginada por razones de raza o género. Hemos dejado que la violencia se apodere de una parte creciente del país por omisión, pero más frecuentemente por contubernio.

No, las cosas no van bien. Pero sí hay mucho que se ha hecho bien y que es urgente apuntalar. También hay muchos que asumen el reto, pero hay que abrirles brecha combatiendo la impunidad que permite a quienes se benefician del statu quo –gente absolutamente  impresentable- obstruirles el camino.

 

* Jorge Suárez Vélez es Economista por el ITAM. Actualmente es asesor en temas financieros en Nueva York. Es socio fundador de SP Family Office. Es autor de La próxima gran caída de la economía mundial y de Ahora o nunca, la gran oportunidad de México para crecer. Es parte del panel de expertos de @MexicoComoVamos.

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