Opinión
De aprobarse la reforma, el daño sería inmenso por varias razones.
Primero, la CFE tendría el carácter de monopsonio en la adquisición de electricidad (pudiendo fijar arbitrariamente a que generador privado se la adquiere y a qué precio) y carácter monopólico en la distribución - venta. Desaparece como tal el mercado eléctrico.
Segundo, se encarecería el precio de la energía para las empresas dado que los costos en los que incurre la CFE son significativamente más elevados que los generadores privados, lo que derivaría en dos efectos negativos: contracción de la producción y del empleo y un aumento del precio a los consumidores de todos los bienes que adquieran,
Tercero, al establecerse que el 54% de la energía sería generada por la CFE, cualquier aumento en la demanda que la propia CFE no pueda surtir, no podría ser generada por el sector privado. El resultado sería una serie de cortes a la energía (apagones), con los consecuentes costos tanto para las empresas como para los hogares.
Cuarto, la CFE opera con plantas viejas y notoriamente contaminantes, más ahora que utiliza intensivamente el combustóleo producido por Pemex. El daño al medio ambiente sería significativamente elevado.
Quinto, la prelación en el despacho de energía establece que primero serían las hidroeléctricas. Esto no toma en consideración dos cosas: el,agua en las presas no está garantizado (es muy variable y depende de cuestiones climáticas) y el agua en las presas además se utiliza para fines agrícolas y para surtir del líquido a las ciudades para el consumo urbano.
Sexto, el subsidio que habría que dar a la CFE sería creciente, quitándole recursos a otros destinos de gasto público (salud, educación, seguridad, infraestructura, etc.).
Séptimo, de aprobarse la reforma, México perdería competitividad en los mercados internacionales: menos exportaciones y menos empleo.
En resumen, de aprobarse, usted mexicano y su familia serían los grandes perdedores.