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El 18 Brumario de Obrador

Por : Félix Vélez Fernández Varela

 
21 de Enero del 2020

Publicado en Animal Político.

El 18 Brumario (9 de noviembre de 1799) Napoleón dio un golpe de estado contra el Directorio, última forma de gobierno de la Revolución francesa. Poco más de 50 años después (diciembre 2 de 1851), Luis Bonaparte, sobrino del “gran corso”, rompía también el orden institucional, para un año después proclamarse emperador y poner fin a la Segunda República Francesa.

Al respecto, un atento Carlos Marx escribió lo siguiente:

“La historia ocurre dos veces; la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

La segunda ocasión era una comedia, porque Francia había cambiado radicalmente en medio siglo. Los obrajes (producción artesanal) habían dado paso a las fábricas (caracterizadas por el trabajo mecanizado), y la energía animal había sido sustituida por la máquina de vapor. En lo social, la burguesía como clase se había consolidado, por lo que la economía política era muy distinta. Había surgido el conflicto entre proletariado industrial y capital, aunque no se reconociera abiertamente. Tomó varias décadas llegar a arreglos que permitieran conciliar los imperativos de rentabilidad con el respeto a los derechos laborales.

Pues bien, Obrador en México sigue un programa muy parecido al de principios de los setenta cuando Luis Echeverría llegó a la presidencia. Tiene dos componentes básicos: 1) en lo económico, la restauración de los monopolios estatales en sectores estratégicos (como los hidrocarburos y la electricidad) junto con el involucramiento del estado en ámbitos no prioritarios (fertilizantes, sucursales bancarias incosteables); 2) en lo político, el regreso a un sistema de partido prácticamente único, eliminando todo contrapeso al poder presidencial (en este caso al personal de Obrador).

Con respecto al primer tema, en 50 años cambió la agenda energética mundial y se ha vuelto amenazante la dirección y velocidad del cambio climático. Las fuentes renovables de energía representan una opción de generación cada vez más barata, y a la par, la quema de combustibles fósiles, que generan emisiones de gases tóxicos (como el CO2) de efecto invernadero, está ocasionando un vertiginoso calentamiento de la atmósfera (y sobre todo del mar). Intentar resolver los retos energéticos de México al estilo 4T, o sea quemando petróleo y carbón, es un despropósito para el país (y la humanidad en su conjunto que padecerá las externalidades negativas).

Con respecto al segundo, el autoritarismo puede salir caro. La sociedad civil por fin se consolida, y las redes sociales hacen muy difícil que un estado pueda lucrar permanentemente con la desinformación y el engaño.

La economía política de los setenta llevó a la quiebra del estado y de la economía. No fue producto del exotismo la revisión de la estrategia años después. Pretender hacer lo mismo a estas alturas, aparte de grotesco, augura consecuencias nefastas para la sociedad en su conjunto.

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